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08/02/2022

RSC y criterios ESG. ¿Por qué?, ¿para qué?, ¿para quién?

Para este primer folleto de la Newsletter de Portobello Capital, teníamos muchas ideas y mucho que contar. En el área de Responsabilidad Social Corporativa hemos realizado grandes avances durante los últimos meses, dedicado numerosos medios económicos y humanos y realizado grandes esfuerzos para ser mejores, pero hay veces, y creemos que ésta es una de ellas, donde hay que pararse y pensar, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿para quién?

Frente a las rutinas personales o empresariales, se debe considerar la existencia de proyectos globales que las determinan y condicionan. Como todo proyecto humano, estos proyectos se ven afectados por elementos ideológicos, morales y económicos que provocan adhesiones o rechazos, legítimos o torticeros intereses, luces o sombras, pero que no nos deben impedir que valoremos adecuadamente su importancia.

El desarrollo sostenible del planeta es sin duda el proyecto humano más relevante de la historia actual. Sostenibilidad supone que la humanidad tenga un espacio vital viable. Las advertencias científicas sobre las causas y los efectos del aumento de temperatura del planeta son aceptadas como verdades indiscutibles y constituyen el fundamento de medidas concretas, plasmadas ya en textos normativos españoles de obligado conocimiento. Su principio básico: reducir la temperatura del planeta mediante la descarbonización.

Sostenibilidad supone también erradicar la pobreza y la desigualdad entre los seres humanos. Mediante Resolución aprobada por la Asamblea General el 25 de septiembre de 2015, los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la Organización de Naciones Unidas suscribieron los 17 Objetivos (ODSs) para conseguir el desarrollo sostenible del planeta y sus habitantes a alcanzar antes de 2030.

Desde una perspectiva empresarial, tiene máxima importancia el llamamiento a la involucración de la sociedad civil y, en concreto, de las empresas en la consecución de los ODS. Surgen así un conjunto de cuestiones novedosas que exigen temprano e inteligente trabajo y decisión, pues determinarán el esplendor o la caída de la empresa.

Ello exige en primer lugar, que cada empresa se vea obligada a reconocer cuál es su función, los principios sobre los que se asienta su actividad y desde luego la identidad del beneficiario último de la misma. En la actualidad, los términos “stakeholder” y “grupos de interés”, amplían y difuminan el concepto de beneficiario último y obligan a la empresa a determinar el Propósito y los Valores del grupo empresarial, es decir: su razón de ser, la base ideológica y axiológica de su proyecto empresarial, el cual, por su dimensión y trascendencia, es el centro de referencia de amplios grupos de interés y del entorno económico y social en el que las entidades que lo integran llevan a cabo sus actividades.

Los “sistemas normativos” empresariales pueden exigir que la actividad de la empresa se ajuste a formas de hacer predeterminadas. Por ejemplo, que “responda a los estándares y requerimientos más exigentes en materia de compromiso social, defensa del medioambiente y buen gobierno (“ESG”), como indican preceptos estatutarios de grandes instituciones y empresas de nuestro país.

Podrían decir otra cosa, o referirse a otros temas. Sin duda lo harían si estuviéramos en tiempos medievales, pero en los tiempos actuales, la cruzada que convoca a las empresas es la representada por los 17 ODS, directamente relacionados con lucha contra el cambio climático (Environmental) y con el desarrollo social (Social) y que deben alcanzarse sobre la base de un adecuado gobierno corporativo (Governance).

Podrá discutirse si la empresa debe o no adentrarse en estos terrenos, pero es indiscutible que los ODS son objetivos modélicos para cualquier ser humano. También es evidente que dichos objetivos serían inalcanzables si las empresas – en cuanto sistemas perfeccionados de organización humana de la producción – no colaboraran con los mismos, o incluso jugaran en su contra.

Por último, y de acuerdo con las últimas novedades legislativas, esencial es la actividad de informar (“reporting”) y, en concreto, su taxonomía. En efecto, la acreditación y publicitación del cumplimiento de los objetivos ESG exige, cada vez más rigurosamente, ajustarse a reglas y principios para su exacta medición. Ya no son suficientes huecas palabras de adhesión a los mismos (“greenwashing”), el cumplimiento, o sus desajustes, deben medirse y poderse comparar con los de empresas similares. Quien invoque sostenibilidad deberá acreditarlo rigurosamente disponiendo de los elementos normativos internos que aseguren su actuación.

Las empresas que forman parte del sector de los servicios financieros ya son objeto también de regulación específica para que concreten sus procesos de decisión e inversión y confirmen si los mismos se ajustan o no a estándares ESG.

Estos criterios exigen no solo una decisión formal. Exigen otra aún más relevante: la cultural. O la empresa se cree la necesidad y conveniencia de ir a las cruzadas, y va de verdad, o es mejor que se quede en casa.

Ir, supone la implicación y el liderazgo de su alta dirección (“from top to bottom”) y la implantación de actuaciones trasversales que requieran la valoración de coste y utilidad de los parámetros ESG en todas las decisiones corporativas, con un nivel de autoridad y relevancia similar al de los parámetros estrictamente financieros o comerciales. No ir, supone riesgos de que la empresa, y en consecuencia sus directivos, puedan ser considerados peligrosos kamikazes negacionistas. Ir a medias, supone riesgos de dudas sobre la honestidad y consistencia de los gestores.

Éste es el terreno sobre el que Portobello ha sentado desde 2012 la base ideológica y axiológica de su proyecto empresarial. A día de hoy, Portobello Capital y el 100% de sus compañías participadas forman un gran grupo humano y empresarial que lucha contra la contaminación de aire, suelo y agua y contra las desigualdades sociales, de género y cultura, con único objetivo de ganar esta cruzada.

 

Por Casilda Bautista, Legal Counsel

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